Maneras de la brevedad
Carlos Yusti

Todo
esto me lleva directo a Ramos Sucre cuyos poemas tienen mucho de esa tensión
narrativa y viceversa. Lo que también me conduce a dos libros de Apolinar
González Hay soga en el lodo (Synaxis
Editorial 2014) y Ocho textículos en
cinco y lo inesperado (Synaxis
Editorial 2015). Estos libros convierten la brevedad del relato en el eje
vertebral, pero desde una óptica poética (en algunas oportunidades algo
retorcida) con un humor absurdo y la que lo religioso se deja colar como
parodia. Relatos breves (algunos brevísimos) que desgranan el absurdo cotidiano
desde el humor de pase negro y la risa nerviosa.
Otra
característica de los relatos de estos libros, aparte de sus coqueteos con la
poesía, es cierta atmosfera de lo grotesco. También está el juego textual y de
palabras. Apolinar González se preocupa en diagramar el texto, darle vuelo a
las palabras en la página, en organizarlas con un orden abusando de los puntos
suspensivos, de números, de letras que se repiten. Todo este caos, elaborado
con premeditación, le permite al lector ver el texto como un dibujo. Incluso en
uno de los relatos el lector encuentra la firma (en forma de huella) de un Bull
Terrier.

Augusto
Monterroso ha escrito: “Lo cierto es que el escritor de brevedades nada anhela
más en el mundo que escribir interminablemente largos textos, largos textos en
que la imaginación no tenga que trabajar, en que hechos, cosas, animales y
hombres se crucen, se busquen o se huyan, vivan, convivan, se amen o derramen
libremente su sangre sin sujeción al punto y coma, al punto”. Esta observación (¿irónica?)
del autor del dinosaurio podría servir para tener en cuenta que el cuento
breve, o hiperbreve, tiene sus complicaciones de rigor, posee sus requiebros,
ciertas maneras y en Apolinar González las maneras tiende a la irreverencia
como golpe de efecto y a lo poético como hallazgo constructivo.
Lo
escrito por Alcides Izaguirre en el proemio del libro Hay soga en el lodo, es bastante exacto: “(…), Apolinar González
inscribe su escritura entre las fronteras de la narración y la poesía. El
discurso sugerente, simbólico, hermético y metafórico, lo acercan más al código
constreñido de la lírica que el de la ficción mimética de la realidad”.
Estos
dos libros de Apolinar González buscan proporcionarle al relato breve nuevos
soportes estructurales. Lo lírico son un ingrediente dosificado y en las cuales
el autor prescinde de algunas normas gramaticales para que el texto adquiera
cierta naturalidad y fluya sin mayores
contratiempos. En mucho textos elimina el punto y seguido y en otros abusa de
los puntos suspensivos y quizá esto sea baladí, pero demuestra un impulso de
leve experimentación, de juego para adentrarse en ese bituminoso mundo del
absurdo que teje y desteje el destino en ese instante en el cual literatura se
vuelve discurso/decurso de la vida, siempre terrible o grisácea sin no tiene
metáfora respectiva que la respalde y que la convierta en un discurso válido.