En la escenografía de las ciudades
Carlos Yusti
La
ciudades son las escenografías ideales para esos fotógrafos que se pierden en
la estética de lo cotidiano, que buscan en la calle ese grito silencioso de la
vida que se echa andar en el día a día. La ciudad como un gran tinglado teatral
en la cual se escenifica a diario un drama, una comedia, un amorío de enredos,
un sueño tejidos de mucho hilos y que escribe cartas, telegramas y mensajes en
sus paredes. La ciudad con sus calles y sus personajes de siempre ( El vendedor
callejero, el borrachín, la señora de las loterías, etc.) formando ese cuadro
de costumbre, esa imagen que para muchos pasa como un celaje, mientras cada
cual se pierde en el vibrato de hiperactividad que a fin de cuenta son las
ciudades.
Yuri
Valecillo es un fotógrafo que recorre la calle intentando ver la poesía, a
pesar de la aceleración de la ciudad, en su conjunto y con este grupo de
fotografías trata de capturar ese sentido plástico que exhiben las ciudades,
como si de ropa tendida al sol se tratara. Yuri busca con estas fotos de
puertas, ventanas y grafitis subrayar una particular poética.
El
ciudadano de a pie, y que por la misma agitación de la ciudad se vuelve ciego y
sordo, pasa en ocasiones sin la capacidad para captar la música, la escritura y
el arte de la ciudad. Estas fotos van a la pesquisa de esa belleza inusual que
puede tener un grafiti, una puerta o una ventana carcomida por el tiempo.
Yuri
Valecillo siempre a contracorriente. Los admiradores y detractores de su trabajo
fotográfico son muchos, pero sus enemigos se los gana a pulso y en buena lid.
Como le ocurrió con un amigo mutuo que escribió una carta punzopenetrante contra Yuri a un alcalde, que meses después sería
encarcelado por malversar los dineros públicos. Valgan aquí unas líneas
textuales (con todos sus gazapos) para destacar la virulencia pasionaria que
desata Yuri Valcillo:
“Señor
Alcalde, dirá usted que de lo que conoce de esta persona no lo condice a las
mismas conclusiones a las que yo he llegado y estoy lamentando. La verdad de
los hechos es que se trata de una persona muy inteligente e ingeniosa. (“La
virtud sin probidad es un azote”, S. Bolívar) que utiliza esos atributos de la
condición humana como artista de la simulación, experto de la lisonja, oficial
del doblez, que apela a su sonrisa fácil, a sus historias bien elaboradas, a
las anécdotas de hechos ajenos o no
comprobados o que él épicamente se los atribuye, a sus refinamientos franceses
y sus paseos por el mundo de la cultura y el poder que como tuvo sartreano
debería aborrecer, con el fin de construir una aureola de personaje magnifico
fácilmente aceptable en escenarios que, como el de usted y yo, esta dado para
valorar la valentía, imitar la irreverencia, agraciar la rebeldía y disfrutar
delos cuentos que hacen de nuestros sueños y utopías, algo mas importante que
nuestras vidas ordinarias. Es un mitómano, ególatra, resentido por sus fracasos
de artista, cuyo referente revolucionario no es la revolución popular y antiimperialista
del Negro Chávez sino el mundo del existencialista de Jean Paul Sartre y, que no
forma ni formará parte de nuestro partido porque ese personaje no esta hecho
para el equipo, el respeto a las decisiones superiores y a las jerarquías, por
lo que, en el momento menos esperado sacará a relucir todo su resentimiento
pequeñoburgués para verterlo no contra la oligarquía valenciana ni la burguesía
carabobeña, sino contra los revolucionarios, a quienes no les reconoce virtudes
superiores a las que el mismo se atribuye sin fundamento”.
Todo
lo que se diga a favor o contra de Yuri es verdad y es mentira. Detrás de todo
artista se teje una mitología que de alguna manera se va anexando a su trabajo,
subrayando lo que sus fotos, con cierta descarnada estética, van desnudando: la
pequeñez humana, el desmoronamiento espiritual
en todos sus estamentos y la insolidaridad galopante de globalidad.
Que
el trabajo de Yuri Valecillo es sugerente y a contracorriente de alto impacto
es innegable, incluso cuando sus fotos se deslizan sólo hacia lo estético. Su
trabajo fotográfico puede no gustar, lo cierto es que el espectador de sus
fotos afinará su mirada hacia nuestro entorno, hacia esa realidad nunca
aburrida y con esa estética despiadada que no aboga por la tibia indeferencia
ni la verborrea del poder político o religioso.